PARA ELISA / Manuel Zepeda

-De memoria...con agregados necesarios y urgentes-

Por Manuel Zepeda Ramos

La vida intensa de estos meses, imposibles de olvidar, me llevan a recuerdos agradables de mi infancia.

He pensado en doña Esperanza Castellanos viuda de Flores, la directora de mi jardín de niños fray Víctor María Flores, que estaba en la esquina de la segunda sur y tercera oriente de mi querido barrio de San Roque en Tuxtla Gutiérrez.

Mujer talentosa con sólidos conocimientos académicos de la música, también era maestra de piano cuyas clases las ofrecía por las tardes.

Cada año daba un concierto de fin de curso en el salón Azul y Plata del hotel Bonampak, que era una muestra de las habilidades de sus alumnos en el manejo del piano forte.

Yo, que apenas cumplía los cuatro años, lo recuerdo con gratitud y gusto.

Era un acontecimiento para la capital chiapaneca de aquel tiempo, que convocaba a cupo lleno.

Si hubiera habido en la capital de Chiapas antecedentes formales en el estudio de la música, seguro estoy que habrían surgido profesionales en el dominio de algún instrumento, o voces calificadas para la ópera. Pienso en Guadalupe Flores Castellanos, en Rosa y Adela Guerra Pérez, en Gertrudis Burguete Lara, en María Zepeda Ramos. Pienso en Eloy Borges, en Nelson Muñoa, en Luis Flores, por citar algunos alumnos de la maestra Esperanza. Pienso en cantantes como Romeo Ruiz Albores, Rubén Gallegos, Pedro Luis Tejero. Carlos Cortázar.

Había más. Siempre ha habido.

En las tardes y noches, mientras hacia la tarea de bolitas, rayitas y recortes, oía en la sala de la casa, en la tercera oriente 24, a mi hermana practicar y practicar, incansable, Para Elisa de Ludwig van Beethoven.

Pero como no hubo antecedentes musicales en aquella época, ya añeja, no se dieron talentos posibles que pudieron haber sido.

En Xalapa, que nos lleva un siglo de adelanto en la enseñanza de las artes, fue distinto.

Es muy raro ver alguna orquesta sinfónica del país que no tenga algún atrilista de Xalapa, de sus muchos instrumentos que enseña, tocando en sus filas. Siempre hay músicos formados en Xalapa, haciendo cola en esas instituciones.

Javier Camarena, natural de la capital de Veracruz, hoy triunfa en el mundo de la ópera en los mejores escenarios del Planeta. Manuel Riveros Cruz, de Tuxtla Gutiérrez, tataranieto de don David Gómez, compositor del internacional vals Tuxtla y que puso el nombre de Chiapas con su marimba al lado ante el Mundo del siglo pasado, hoy se forma en Xalapa con muchas posibilidades de trascender al gran escenario.

Ciertamente, el Mundo es un pañuelo, lugar común conciso y preciso y, en estas horas, más.

¿Por qué me acordé de todo lo que les he contado?

Porque ayer, en Moscú, Alexéi  Navalni, líder ruso de 44 años y opositor de Vladimir Putin, sobre viviente a un envenenamiento en Alemania hace pocos meses y apresado en Moscú después de su recuperación; ayer, digo, la Corte Regional de la capital de Rusia rechazó la apelación contra su arresto.

Al mismo tiempo en que se daba la negación, tres mil quinientos de sus seguidores eran apresados, al unísono.

La doctora Anastasia Vasilyeva, líder del sindicato de la Alianza de Médicos, esperó a sus captores interpretando al piano Para Elisa del genial sordo inmortal. Los captores, respetuosos de las artes desde hace siglos como sucede en los países bien formados, escucharon atentamente y esperaron.

Cosas que suceden.

imposible olvidar que hace pocos meses -la intensísima vida terrenal de estos tiempos se mide en el corto plazo-, el doctor López Gatel descalificaba el uso de la vacuna rusa Sputnik por no tener certificación adecuada por la ciencia médica especializada, la misma que ahora, con la autorización de Gatel, en un vuelco de 180 grados, habrá de llegar en pocos meses a nuestro país para empezar a vacunar a los nuestros, a los viejitos -Cristina y yo entre ellos-, a pesar de que su certificación es ahora inexistente y que no está indicada para los mayores de 65 años porque pueden causar serios problemas en su salud y que en Argentina ya es motivo de rechazo por la misma causa.

No voy a poder ahora, nunca, desligar a Para Elisa del inmortal Beethoven que mi hermana tocaba de niña, con la vacuna rusa Sputnik y que, para dolor de los viejos, el doctor Macías -uno de mis héroes en el combate al A H1-N1, científico de verdad y viejo también, SNI 3 del Sistema Nacional de Investigación-, afirmó que, si aparece la certificación especializada aprobándola, se la pondría.

Exijo aclaración de mi héroe porque, los viejos sensatos de Argentina y México, estamos pintados de apaches previo al combate.

Junio no se olvida; menos si es 6 y cae en domingo.