Magdalena Barreto
El día 13 de abril se conmemora el día internacional del beso, celebración que surgió gracias al beso más largo de la historia que duró 58 horas. Es una fecha que debería celebrarse todos los días del año por todo lo que se puede dar y recibir a través de un beso.
No voy a hacer un decálogo del beso porque quedaría incompleto, aparte de que no soy una erudita en el tema. Tampoco puedo enumerar los tipos de besos o sus significados porque cada beso es único. Hay tantas clases de besos como de personas y su significado depende únicamente de quien lo da y de quien lo recibe, aunque haya cientos de artículos que hablan de tipos, categorías y significados.
Según la RAE, «besar es tocar presionando ligeramente con los labios a una persona o una cosa, contrayéndolos y separándolos en señal de amor, afecto, deseo, saludo, respeto…
No vamos a engañarnos, besar es una de las muestras de cariño más eficaces y directas que existen, pero cuando además se besa con amor…
Besar es un arte en sí mismo y de hecho el Kamasutra, uno de los libros sexuales más antiguos del mundo procedente de la cultura hindú, recoge en su manual de artes amatorias, veintidós tipos de besos donde se incluyen besos que no necesariamente se dan con la boca.
Dice una famosa frase que «el primer beso no se da con la boca sino con los ojos». No puedo estar más de acuerdo con esa afirmación, lo que me lleva a pensar que somos susceptibles de dar y de recibir besos incluso sin ser conscientes de ello. Seguro que alguna vez has mirado a alguien y te han entrado unas ganas irrefrenables de sentir su boca en la tuya y ese gesto imaginario te ha provocado una corriente por todo el cuerpo. Esa sensación podría tratar de explicarse de muchísimas maneras, a mi se me ocurre por ejemplo ésta: cuando se te hace la boca agua delante de tu plato favorito después de mucho tiempo sin la posibilidad de degustarlo y miras el contenido de ese plato y tu cerebro comienza a enviar señales al resto de tu organismo. No le has dado el primer bocado y sin embargo, ya sientes la intensidad de su sabor y es una sensación tan placentera que comienzas a salivar.
Creo que hay dos besos que nunca se olvidan, dos besos que recordaremos siempre. El primero (sin duda) y aquel beso que no dimos o que no nos dieron. Ese beso que siempre deseamos dar o recibir y que por una u otra razón nunca llegó. Besos que se quedaron en meras intenciones o deseos.
¿Recuerdas tu primer beso?, ¿y ese beso que al cerrar los ojos se convierte en persona?. ¡Qué bonito es pensar que somos el beso de alguien!. Que en algún lugar del planeta hay una persona que siempre nos recordará como su primer beso o que no podrá olvidar nuestros besos.
Está muy claro que besar a quienes queremos, es una manera precisa de mostrar afecto, gratitud, cariño, amor, consuelo. Besamos a los amigos, a la familia, a nuestras mascotas. Damos besos a fotografías y a cosas e incluso lanzamos besos al aire y besos al cielo, denotando que a pesar de que no haya un contacto físico, la emoción del beso sí está presente.
Cuando besar va más allá de poner nuestros labios sobre la piel o los labios de otra persona, esos besos se convierten en sensaciones difícilmente descriptibles. En el momento en que nuestra boca se aproxima los labios de esa persona que enciende fuegos artificiales en nuestro interior, el mundo deja de tener vida y durante unos minutos toda la vida del mundo, se concentra en el instante en que nos besamos.
Nunca entenderé cómo algo tan simple como unir los labios, rozar las lenguas, sentir la respiración y el aliento de otra persona fusionándose con tu propio aliento y respiración, puede provocar tal cúmulo de sensaciones. En ese instante en el que perdemos la noción del tiempo podríamos saltar al abismo sin ningún temor. No sé si hay un momento más mágico entre dos personas que el instante en que después de desearlo tanto, se produce ese impacto…el beso.
Besar es acariciar el alma y pronunciar el discurso más elocuente sin mediar palabra. Mientras nos besamos nos volvemos ciegos, sordos y hasta perdemos la noción del tiempo ya todos nuestros sentidos están puestos en el beso. Está demostrado científicamente (que no lo digo yo) que mientras nos besamos, se acelera el ritmo cardíaco, se liberan hormonas, las pulsaciones del corazón aumentan, quemamos calorías y se contraen al menos 34 músculos de la cara. Nos gustan tanto los besos porque producen un incremento de oxitocina, también conocida como la hormona del amor, así como de endorfinas, cuyo efecto es una sensación relajante en el cuerpo, que alivia cualquier tensión.
En el momento de besarnos con alguien que de verdad nos gusta, se crea un vínculo afectivo y de complicidad y en muchos casos, después de ese primer beso, para bien o para mal, nada vuelve a ser lo mismo.
Se ha escrito mucho sobre los besos. Protagonizan canciones, películas y cientos de poemas y frases que giran en torno al beso. Dijo Neruda que «en un beso sabrás todo lo que he callado».
Aprovecho este texto para reivindicar más besos (desde que el Covid nos de una tregua), con frases que recopilo en mi cuaderno de cosas importantes para reforzar mi argumento.
Vamos a «besarnos más y a preocuparnos menos», prometiéndonos que «sólo tenemos tres opciones; me besas, te beso o nos besamos», porque «a besos entiendo y a besos también». No se puede discutir que «uno siempre recuerda los besos donde se olvidó de todo» y aunque a veces duela recordar, «los años curan las heridas, pero los besos crean adicción», así que «no dejes para mañana los besos que puedas dar hoy». Ten muy en cuenta que «si das besos de buenas noches, tendrás noches de buenos besos» y que aquellos «besos que no se entiendan, los puedes repetir». No insistas en vencer siempre, «si juegas a besar, déjate ganar» y, sobre todo, no olvides que «el beso es cultura; besando se conocen otras lenguas» y lo más importante, «un beso tiene derecho a interrumpir cualquier frase».
Y para finalizar ese homenaje al verbo besar, me atrevo a intentar rimar mis besos en un intento fallido de versar, pero como de besar se trata qué más da si se hace rimando. Lo único que pretendo reclamar es que nos sigamos besando:
Hay besos robados y besos escondidos.
Besos fugaces y besos perdidos.
Besos tímidos y besos apasionados.
Besos con lengua y también deslenguados.
Besos de ira y besos de infarto.
Besos de amor, besos de tregua.
Besos de paz y besos de guerra.
Hay besos de risa y besos de pena.
Besos fríos y besos calientes,
Besos sin pausa y besos valientes.
Besos dulces y besos salados.
Besos de Judas, besos de amigos y besos de hermano.
Besos de gloria y besos de calma,
Besos que se olvidan y besos que llegan al alma.
Besos de película, de serie romántica
Besos que destruyen todas las murallas.
Besos que pasan sin pena ni gloria
Y besos que por siempre se quedan en la memoria.
(Hay tantos besos como personas)