Agencia El Universal|Ciudad de México.- La Presidencia de Chile la disputarán un candidato de extrema derecha que «pretende no cambiar nada» y otro de izquierda que quiere «cambiarlo todo», sostiene la analista política y encuestadora Marta Lagos.
«Es la profundidad de la crisis política que vive Chile lo que lleva a esta elección presidencial», dice Lagos, directora de la encuesta regional Latinobarómetro, en una entrevista con BBC Mundo desde Santiago.
A su juicio, el candidato derechista José Antonio Kast tendrá la ventaja de haber pasado primero al balotaje presidencial con casi el 28% de los votos, pero es una incógnita cómo logrará el apoyo que le falta para triunfar el 19 de diciembre.
Por otro lado, Lagos señala que el candidato de izquierda Gabriel Boric, quien pasó segundo con 26%, tuvo problemas para convocar a muchos chilenos que desde 2019 salieron a las calles a exigir reformas.
Lo que sigue es una síntesis del diálogo telefónico con Lagos, economista y fundadora de la encuestadora Mori Chile.
¿Cuál es la principal lectura que hace del resultado de estas elecciones que colocaron a Kast y Boric en la segunda vuelta por la Presidencia de Chile?
En primer lugar, que aquí estamos frente a una derecha tremendamente poderosa, donde cinco familias son dueñas del 30% del PIB, que puso todos sus instrumentos para impedir que ganara la opción que había ganado el apoyo a la nueva Constitución.
Entonces me parece que aquí hay una disputa de época: mientras la derecha quiere mantener las cosas como están, la izquierda quiere cambiarlas.
Y lo que se juega en esta segunda vuelta es qué va a decidir el pueblo chileno: si acaso va a elegir a Kast que pretende no cambiar nada, versus Boric que pretende cambiarlo todo.
¿Este resultado confirma que Chile es un nuevo país políticamente, muy distinto al que conocimos en las últimas décadas?
No necesariamente, porque la extrema derecha en la figura de José Antonio Kast ha sacado unos dos millones de votos. Para llegar a la presidencia se requiere por lo menos 3,5 millones de votos. Tiene que sacar 1,5 millón más en la segunda vuelta.
Todos sabíamos que la derecha tiene dos millones. Es lo mismo que sacó en mayo y en otras elecciones. La diferencia es que ahora el candidato es de extrema derecha.
Esa es la novedad: no es que haya dos millones de votos para la derecha, sino que los encarna un candidato que dijo con todas sus letras que si Pinochet estuviera vivo habría votado por él.
Pero al mismo tiempo esta es la primera vez desde el retorno a la democracia en 1990 que la presidencia de Chile no se la disputarán los partidos tradicionales de centro-izquierda y centro-derecha. ¿Qué implica este colapso del centro político chileno?
Aquí efectivamente hay una crisis de representación que se viene arrastrando hace mucho tiempo. Y esta es la última de las elecciones que topa fondo esa crisis, donde hay cerca de 52% de la población que no votó.
Entonces también hay que leer lo que significa el hecho de que en una elección que supuestamente era tan importante, porque al nuevo presidente le va a tocar promulgar la nueva Constitución, el 52% no vota.
La otra pregunta que hay que hacerse: ¿si gana el candidato de extrema derecha Kast a lo mejor no hay nueva Constitución?
Es la profundidad de la crisis política que vive Chile lo que lleva a esta elección presidencial. Esta es la consecuencia de la crisis.
¿Dice que el electorado chileno se movió a los extremos como consecuencia de la crisis que surgió a partir del estallido social?
Exactamente. Se polarizó aquella proporción del electorado que participa, porque la mayoría no participa.
Entonces tenemos dos países: tenemos el país que no participa, que es la mitad, y tenemos el país que participa, que está polarizado.
Es una situación completamente bipolar, donde el candidato de la derecha obtiene dos millones de 15 millones de votantes. Entonces sí es una victoria electoral, porque la regla le da la mayoría, pero profundiza la crisis de representación.
En la primera vuelta del año 2017, el actual presidente Sebastián Piñera sacó 2,5 millones de votos. Es decir, cada día el candidato que va en primer lugar saca menos votos.
¿Esta tendencia a la polarización política en Chile es similar a la que se observa en otros países de América Latina?
Lo vimos en Perú, donde también hubo una polarización muy fuerte entre una extrema derecha y una extrema izquierda, con la diferencia de que en Perú no había ningún partido político.
Acá por lo menos los dos partidos de la coalición de gobierno votaron por Kast. Entonces los partidos sí están presentes, porque el gobierno al final terminó apoyando a Kast.
También es paradoja, porque el gobierno tiene solamente 17% de aprobación.
Es un gobierno que sale como el peor gobierno de todos los tiempos. No hace ningún sentido que un gobierno que ha sido rechazado pueda ganar una primera vuelta. Eso también es una expresión de la crisis de la política.
¿Será posible lograr gobernabilidad en los próximos años en Chile con este escenario político, un Senado dividido prácticamente a la mitad entre derecha e izquierda, ¿más allá de quién gane la segunda vuelta?
Sorprendentemente a la derecha no le fue nada mal en la Cámara de Diputados. En el Senado nunca le había ido muy bien.
De nuevo: acá hay un problema de convocatoria. Como votó poca gente, la derecha fue capaz de convocar a más gente que la izquierda, que no tuvo la capacidad de capitalizar el voto de protesta contra la política. No es que esos votos no existan, que la gente no esté descontenta o que no vaya a salir a la calle de nuevo. El punto es que no votan.
¿Cómo uno arregla la legitimidad de la democracia si no es capaz de convocar? Como el Congreso no quiso cambiar la ley a voto obligatorio, tenemos una deficiencia donde esta minoría, que es la derecha, gana.
Y luego está el caso de los buenos resultados de Franco Parisi, el candidato que vive en Estados Unidos y no vino a Chile en toda la campaña electoral.
Es un resultado completamente anómalo desde el punto de vista del sistema de partidos. Parisi dice que los partidos son ladrones, que los políticos no sirven: es el típico discurso antipolítico y populista que hay en muchas partes de América Latina.
Sólo hay anomalías en esta elección. No hay nada regular.
Ahora, es muy difícil que la izquierda gane en segunda vuelta. En todas las segundas vueltas que ha habido en Chile desde el año 1990 siempre ha ganado el que llega primero. Y el que llegó primero en esta ocasión es la derecha.
Entonces si todo sigue igual como en el pasado, estaríamos teniendo una segunda vuelta donde gana la derecha.
Esto sería completamente contradictorio con lo que ha pasado en América Latina, que ha visto alternancias en Perú, Ecuador, República Dominicana… En la mayor parte de los países de América Latina donde ha habido elecciones hubo alternancia. Y en Chile habría continuidad.
Pero no habría continuidad del partido en el gobierno. ¿Ve similar a la derecha que representa Kast y a la derecha de Piñera?
No, lo que pasa es que Kast para poder ganar la Presidencia tiene que armar una coalición con los dos partidos de gobierno. Kast no puede dejar de gobernar con esos partidos. Por lo tanto, van a entrar en la coalición que proponga en la segunda vuelta.
Kast solo no llega a ninguna parte.
Siempre estuvo afuera del oficialismo. Se declaró opositor a Piñera hasta el momento en que los partidos de gobierno empezaron a apoyarlo a él, hace tres o cuatro semanas. En ese momento dejó de ser antioficialista.
¿Si gana Kast habría riesgo de choque un institucional entre el gobierno y la Convención Constitucional?
El gobierno ha sido muy exitoso en instalar una agenda donde hacen ver a la Convención Constitucional y a la nueva Constitución como algo malo, que no va a mejorar la vida de los chilenos.
Un 25% de la gente que votó «apruebo» para la Constitución hace un año hoy está arrepentida de haber votado eso.
El gobierno domina los medios de comunicación. Si gana Kast no cabe la menor duda que van a hacer todo el esfuerzo posible para ganar el plebiscito de salida de la Constitución, para que no exista una nueva Constitución. No quieren una nueva Constitución. No quieren ningún cambio.
No sé si los chilenos que no están votando son conscientes de que, al no votar, eso es lo que está sucediendo.
Si el candidato Boric en la segunda vuelta no es capaz de convocar a esos chilenos para que vayan a votar, va a ganar Kast.
Kast en su primer discurso post electoral dijo: «Tenemos piso, pero no tenemos techo». ¿Es cierto?
El problema que tiene Kast en este momento es que tiene que conseguirse 1,5 millones de votos más. Piñera para ganar en 2017 necesitaba la mitad: 800.000 votos. ¿De dónde va a sacar Kast esos 1,5 millones de votos que le faltan?
No está claro que el segundo candidato de derecha, Sebastián Sichel, vaya a apoyar a Kast.
Shichel no está de acuerdo con todas las propuestas retrógradas y reaccionarias que tiene, como por ejemplo eliminar el Ministerio de la Mujer, la píldora del día después, una serie de derechos que ha ganado la mujer, y van a crear el Ministerio de la Familia.
Lo primero que hizo Kast en su discurso fue decir que le va a rezar al Dios católico, cuando el 40% de la población de Chile es agnóstica.
Él está representando a una minoría y apela a esa minoría.
Usted decía que Boric quiere «cambiarlo todo». ¿Hasta adónde llegaría el giro de Chile hacia la izquierda bajo un gobierno suyo?
La verdad es que tampoco podría cambiarlo todo, porque Boric para llegar a la Presidencia tiene que pactar con la centroizquierda. Eso lo hace buscar una propuesta que sea mucho más ecléctica que la propuesta más extrema que él tiene.
Chile está acostumbrado a hacer una cosa por gobierno, más allá de que sea de izquierda o derecha. Y lo que quiere Boric es hacer unas siete cosas.
La gente se queda mareada con tanta cosa: la reforma tributaria, la reforma de pensiones, la reforma del sistema de salud, la reforma de la justicia, etcétera.
Y claro, la gente se pregunta cómo se va a hacer eso.
Si Boric pacta con el resto de la izquierda me imagino que una parte de esas reformas van a quedar para después y van a priorizar una, dos o tres.