Christian González|Tuxtla Gutiérrez
Aquel hombre que se topaba con ella en alguna calle o vereda, por las madrugadas, quedaba prendado de su belleza y su penetrante mirada. Tanto así que, “poseídos” por esos encantos, eran llevados a un camino que, al principio, parecía seductor, pero que casi terminaba en tragedia.
La “Tishalina” se convirtió, desde hace décadas, en una de las leyendas más emblemáticas del Pueblo Mágico de Chiapa de Corzo, cuya fundación está registrada en marzo de 1528.
De acuerdo con los lugareños, la mujer (un espíritu “muy atractivo”) vestía de blanco y vagaba por las calles u otros espacios de esta ciudad; sus principales “víctimas” eran varones en estado de ebriedad, quienes “se perdían” con su mirada y, al amanecer, aparecían en barrancos, a orilla de un río o de un cerro o en espinales.
Según la leyenda, la “Tishalina” no es un espíritu malvado, sino juguetón, pues con su buen físico y hermoso rostro atrapa a quien o quienes se les atraviese.
Por lo regular, la mayor parte de sus apariciones las hace o hacía en un árbol de pochota ubicado en el barrio de San Jacinto, y de ahí divagaba a orilla del río, o se aparecía en los templos de Santo Domingo o de San Sebastián, o simplemente se colocaba detrás de los árboles del parque central.
Ana María Nandayapa Montero, presidenta del Comité de Rescate, Magia y Tradiciones de esa ciudad chiapacorceña, describe a la “Tishalina” como una mujer bonita y limpia, “dicen que la belleza de sus ojos es lo que provoca que los borrachos la sigan; pero ella no hace daño, sólo juega con ellos, pues pensaban que tendrían una ‘aventura’”.
Una de las versiones “más modernas” de esta leyenda refiere que la “Tishanila” en realidad era una mujer con un cuerpo perfecto, pero con la cabeza de caballo; otra versión advierte que la cabeza de la mujer giraba por completo.
Al respecto, la profesora de profesión pero ya jubilada, quien se enteró de esta leyenda por su abuela, lamenta que hayan modificado la historia real.
ALGUNAS “VÍCTIMAS”
“El papá de una de mis trabajadoras platicaba con su esposa en la banqueta, afuera de su casa en el barrio San Miguel, hace muchos años; en un momento, ella se mete a traer el café y, cuando sale, su marido ya no estaba”, recuerda.
Con base en su narración, el hombre fue “encandilado” por la mujer de blanco, quien lo llevó hasta un sitio llamado Culatí, donde se ubica la toma de agua del pueblo.
“Ahí lo perdió. Se sentó y lo durmió; él cuenta que la muchacha pasó y lo llamó… así lo perdió”, advierte.
Ana María externa que, le encantan tanto las leyendas, que se las inculcó a sus hijos (uno de ellos incluso es cronista y ha escrito libros de esos temas), nietos y a quien se lo permita.
Además, detalla, desde hace 16 años, cada 31 de octubre, organizan una actividad cultural sobre leyendas y tradiciones, y la “Tishanila” es la protagonista de ello. Inclusive, hacen un “casting” para que una bella mujer del pueblo represente a ese personaje, y a un varón que actúe como borracho.
Estefany Bautista, joven originaria de Chiapa de Corzo, también creció con la leyenda de la “Tishanila” en voz de su padre y madre. Incluso, afirma que su abuelo “cayó redondo” en sus encantos.
Según su narrativa, él estaba “pasadito de copas”, se la topó, pero al otro día amaneció en un matorral. Dentro de sus recuerdos, manifestó, él les advirtió que se había topado con una mujer bella, quien lo sedujo.
“Dice que la iba siguiendo, no sabía para dónde iba, hasta que al otro día amaneció en el monte, entre el ‘espinero’”, agrega la comerciante de dulces tradicionales, quien afirma que ella les cuenta a sus sobrinos algunas leyendas, como la de la “Tishanila”.
Lo único malo, reconoce, es que en la actualidad ya es menos común que las nuevas generaciones cuenten las leyendas. “En algunas reuniones, sí nos contamos con mis amigos, pero ya en adolescentes ya es menos que se escuche, pero seguimos contando”.
De acuerdo con ella, los diferentes gobiernos municipales de Chiapa de Corzo tratan de no dejar morir esas leyendas, y en ciertos periodos, hacen algunas actividades para llamar la atención de la gente.
Si las apariciones de ese tipo de “espectros” ya no son tan comunes, intuye, se debe a la urbanización de la ciudad, además de que mucha gente dejó de practicar brujería, lo que de alguna manera abonaba a que esos seres, como la “Tishanila”, se les aparecieran.