AGENCIA/CDMX
Un día como hoy de 1968, se inauguraron en la Ciudad de México los XIX Juegos Olímpicos de la época moderna. La capital de la República Mexicana fue la primera ciudad latinoamericana que albergó la máxima justa deportiva.
La designación de la Ciudad de México como sede olímpica, se dio en 1963 en una asamblea del Comité Olímpico Internacional celebrada en Alemania. El otrora Distrito Federal se impuso en la designación a las ciudades de Lyon, Detroit y Buenos Aires.
A pesar del tenso ambiente político que se vivía en México y el mundo por los movimientos estudiantiles y sindicales que brotaban en Europa y algunos países latinoamericanos, la justa veraniega mexicana hizo historia por acontecimientos deportivos y extradeportivos que quedaron grabados para la posteridad en la historia del olimpismo.
Desde el día de la inauguración en el Estadio Olímpico Universitario, los juegos de México 68 rompieron esquemas, pues por primera vez en la historia, una mujer fue la encargada de encender el pebetero. La atleta bajacaliforniana Enriqueta Basilio, subió a lo más alto del inmueble con la antorcha que pesaba poco más de 800 gramos en la mano y encendió el fuego que se mantuvo vivo hasta el 27 de octubre de aquel año.
La joven de 20 años, tomó el último de los 2778 relevos de la antorcha que viajó desde Atenas hasta el Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria. Después de correr por la pista de tartán del inmueble, ‘Queta’ se dispuso a subir los 93 escalones que la llevarían al momento que marcó para siempre su vida, el encendido del pebetero.
Aquella tarde, ‘Queta’ apareció en el túnel olímpico y tomó la pista hacia el lado izquierdo y el susto se dio en la curva de los 200 metros.
Muchos atletas que habían desfilado y estaban dentro del óvalo, rompieron filas para tomarme una foto de cerca. Sin querer me cerraron el paso del tartán y no sabía por dónde seguir corriendo”, recordaría en las celebraciones de los 50 años de los JO de México.
A pesar de todo, la entonces campeona nacional de los 80 metros con vallas, no perdió el enfoque y zancada a zancada le regaló al mundo una de las estampas más icónicas en la historia de los Juegos Olímpicos.
Mi concentración fue total, yo dejé de percibir todo rudo, todo movimiento al poner un pie en la escalera, ahí ya no supe de mí. Creo que la energía de la gente me elevó, de hecho en las fotos o el video, parece que en lugar de ir pisando, voy flotando solamente”, diría años después Enriqueta Basilio, quien falleció el 26 de octubre de 2019 por complicaciones derivadas del parkinson.
Un día me pusieron a correr alrededor de la pista con uniformes de diferentes colores, supongo que querían ver mi estilo de correr y creo que el video se lo habrán llevado al Comité Olímpico para que dieran el visto bueno”.